💰 1. La desinflación y un orden de precios regresivo
El gobierno construyó su estabilización en base a una desorganización estructural del sistema económico. La desinflación no ordenó la economía: impuso un nuevo régimen de precios que castiga la producción, desincentiva las exportaciones industriales, promueve el turismo emisivo y la fuga, y profundiza el déficit externo. El tipo de cambio anclado genera una inflación en dólares que borra cualquier atisbo de competitividad y dinamismo. No hay recomposición de reservas genuinas y la inversión productiva cae: solo endeudamiento creciente, especulación de corto plazo y una acumulación de vencimientos insostenibles desde 2026. Bajo esta arquitectura, el país pierde capacidad productiva y se vacía de futuro.
⚖️ 2. Ilegalidad, abstención y el intento de consolidar un sistema sin alternativa
Frente a la imposibilidad de construir consensos sociales y con un programa económico sostenido sobre bases frágiles, el poder económico necesita disciplinar al sistema político. La proscripción de Cristina Fernández de Kirchner aparece como una herramienta para evitar que se reabra una disputa con densidad popular, justo cuando su irrupción como candidata en la tercera sección bonaerense alteraba el escenario electoral. Hasta ese momento, las ocho elecciones provinciales celebradas habían sido funcionales al oficialismo: con altos niveles de abstención, La Libertad Avanza lograba avanzar como primera minoría, mientras el peronismo no lograba canalizar el malestar. La candidatura de Cristina desarmaba ese equilibrio. Por eso, su exclusión no responde simplemente a una ofensiva judicial, sino que opera como condición de posibilidad para consolidar un nuevo orden institucional, en el que la competencia se neutraliza antes de producirse. En un contexto de abstención récord y sin la candidatura de la dirigente opositora con mayor caudal electoral en los territorios más densos del país, el sistema electoral se convierte en una ficción representativa. Una democracia vaciada, donde se vota sin que nada esencial esté realmente en juego.
🌎 3. Lo que está en disputa: el sentido de lo común
La arquitectura de estabilización construida en estos seis meses se apoya en el ajuste, la desregulación financiera y el endeudamiento, pero se sostiene políticamente sobre la exclusión. Lo que se consolida es un régimen que no necesita legitimidad popular ni bloques de poder amplios: alcanza con la convergencia entre poder financiero, judicial y mediático. La proscripción de Cristina Fernández de Kirchner, la represión, la inercia parlamentaria y la abstención creciente configuran un sistema diseñado para impedir que emerja una alternativa real. La democracia sobrevive como forma, pero pierde sustancia. La crisis de representación no se resuelve con oferta electoral espontánea: exige una reconstrucción estratégica del campo popular con programa, organización y arraigo. Rosario mostró que es posible. Pero la pregunta sigue abierta: si el fracaso de Milei no garantiza un rumbo distinto, ¿quién construirá esa alternativa? Porque si se consolida una economía de enclave y una política sin pueblo, lo que está en juego no es solo un gobierno, sino el sentido mismo de lo común. Y eso, todavía, puede ser disputado.
Gobernar sin pueblo: la fórmula del poder
💰 1. La desinflación y un orden de precios regresivo
El gobierno construyó su estabilización en base a una desorganización estructural del sistema económico. La desinflación no ordenó la economía: impuso un nuevo régimen de precios que castiga la producción, desincentiva las exportaciones industriales, promueve el turismo emisivo y la fuga, y profundiza el déficit externo. El tipo de cambio anclado genera una inflación en dólares que borra cualquier atisbo de competitividad y dinamismo. No hay recomposición de reservas genuinas y la inversión productiva cae: solo endeudamiento creciente, especulación de corto plazo y una acumulación de vencimientos insostenibles desde 2026. Bajo esta arquitectura, el país pierde capacidad productiva y se vacía de futuro.
⚖️ 2. Ilegalidad, abstención y el intento de consolidar un sistema sin alternativa
Frente a la imposibilidad de construir consensos sociales y con un programa económico sostenido sobre bases frágiles, el poder económico necesita disciplinar al sistema político. La proscripción de Cristina Fernández de Kirchner aparece como una herramienta para evitar que se reabra una disputa con densidad popular, justo cuando su irrupción como candidata en la tercera sección bonaerense alteraba el escenario electoral. Hasta ese momento, las ocho elecciones provinciales celebradas habían sido funcionales al oficialismo: con altos niveles de abstención, La Libertad Avanza lograba avanzar como primera minoría, mientras el peronismo no lograba canalizar el malestar. La candidatura de Cristina desarmaba ese equilibrio. Por eso, su exclusión no responde simplemente a una ofensiva judicial, sino que opera como condición de posibilidad para consolidar un nuevo orden institucional, en el que la competencia se neutraliza antes de producirse. En un contexto de abstención récord y sin la candidatura de la dirigente opositora con mayor caudal electoral en los territorios más densos del país, el sistema electoral se convierte en una ficción representativa. Una democracia vaciada, donde se vota sin que nada esencial esté realmente en juego.
🌎 3. Lo que está en disputa: el sentido de lo común
La arquitectura de estabilización construida en estos seis meses se apoya en el ajuste, la desregulación financiera y el endeudamiento, pero se sostiene políticamente sobre la exclusión. Lo que se consolida es un régimen que no necesita legitimidad popular ni bloques de poder amplios: alcanza con la convergencia entre poder financiero, judicial y mediático. La proscripción de Cristina Fernández de Kirchner, la represión, la inercia parlamentaria y la abstención creciente configuran un sistema diseñado para impedir que emerja una alternativa real. La democracia sobrevive como forma, pero pierde sustancia. La crisis de representación no se resuelve con oferta electoral espontánea: exige una reconstrucción estratégica del campo popular con programa, organización y arraigo. Rosario mostró que es posible. Pero la pregunta sigue abierta: si el fracaso de Milei no garantiza un rumbo distinto, ¿quién construirá esa alternativa? Porque si se consolida una economía de enclave y una política sin pueblo, lo que está en juego no es solo un gobierno, sino el sentido mismo de lo común. Y eso, todavía, puede ser disputado.
Categorías