Se adjunta el análisis elaborado por Bruno Costas y Claudio Lozano. Para Lozano este trabajo muestra que: “más allá de las argumentaciones de Kicillof, Argentina le pagará a Repsol el equivalente a 41 u$ por acción de la empresa YPF. Valor éste que responde a la cotización que la empresa tenía en los mercados internacionales en el año previo a la expropiación».
«En este trabajo demostramos que la propuesta oficial equivale a haber emitido deuda a una tasa del 12,34%, tasa esta similar a la que Argentina asumiera en plena crisis del 2001. Para ser más gráfico, el acuerdo con Repsol equivale a haber emitido deuda por u$8.300 mill a una tasa compatible con los estándares internacionales vigentes. Ejemplo de esto son las recientes colocaciones de deuda hechas por Bolivia, Brasil o la misma Repsol (ninguna de estas supera el 4% anual).
Resulta inconcebible que una empresa que consumó vaciamiento y daño ambiental sea premiada por la Argentina con una compensación que reconoce una tasa de interés que es el triple de lo que sería razonable en el mundo de hoy.
La razón es obvia: la sobretasa oculta el verdadero reconocimiento a Repsol de un valor cercano para el 51% de las acciones de u$ 8.500 mill”.
En el material adjunto, Lozano y Costas sostienen que (..) “El giro simbólico –y real- del actual Ministro Axel Kicillof respecto a la compensación por el 51% de las acciones de YPF a Repsol debe ser enmarcado en el giro ortodoxo que ejecuta el gobierno: fuerte devaluación, ajuste salarial por debajo de la inflación, arreglo con el Club de París, arreglo con los Holdouts, pago de sentencias del Ciadi en poder de fondos “amigos” como Gramercy, dura ortodoxia monetaria para estabilizar el tipo de cambio y proyectos de inminentes tarifazos. Un giro que intenta, ante la necesidad imperiosa de recomposición de reservas, la vuelta a los mercados internacionales de crédito vía nuevo endeudamiento”.
Lozano y Costas definen de la siguiente manera los objetivos del análisis a encarar, contenidos en esta nueva presentación del IPyPP:
(..) “Es objeto de este trabajo analizar algunas dimensiones poco claras de este Acuerdo, refutando muchas de las certezas vertidas por el discurso oficial: a) que el valor nominal de emisión podría llegar a U$S 6000 millones, cuando el número es U$S 6503 millones, ya que se emite el Discount que ya está capitalizado desde el 2005 hasta el 2013. b) que de tener que emitir el total de los bonos Argentina terminaría pagando U$S 11297 millones entre amortización e intereses hasta el 2033, número superior a la demanda de Repsol en el CIADI, c) lejos de cualquier consideración sobre daño ambiental o cifras de reservas esperadas, el Tribunal de Tasación da el OK al Acuerdo sin consideración alguna, d) se emite un bono nuevo –el Bonar 24- con una escandalosa tasa de emisión del 8,75%, cuando el mismo bono tiene una garantía adicional del BNA que cubre contingencias hasta agosto del 2015. Un bono con este plus debería tener una tasa sustancialmente menor, e) se hace un acuerdo donde el monto final a emitir depende de condiciones de mercado que Argentina no puede manejar. Y se da la paradoja que si el beneficiario –Repsol- anuncia que se desprenderá de los bonos a cobrar puede hundir los precios de los mismos en los mercados secundarios y con eso….cobrar más bonos!!!! Si bien considerando los precios de hoy la emisión de Títulos Públicos Adicionales podría estar acotada, todavía faltan dos meses para que caduquen los plazos del Acuerdo donde el precio de los Títulos caiga significativamente, lo que implicaría que se gatille la emisión total de los U$S 1000 millones Adicionales. e) la actitud racional por parte de Repsol ante este Acuerdo sería enajenar inmediatamente los bonos pero autocomprarlos –mediante alguna entidad financiera asociada- ya que si se los queda la percepción de la renta se acaba cuando amorticen U$S 5000 millones, mientras que para el potencial comprador esa amortización alcanzaría a U$S 6503 millones. Lo absurdo del Acuerdo es que si Repsol mantiene la posición Argentina pagaría mucho menos que si la enajena. Si entonces lo racional –para Repsol- es vender, es esperable que los precios caigan y así aumente la probabilidad de tener que emitir el total del U$S 6000 millones, f) si bien se tildó en su momento de “tarado” o “estúpido” a aquel que supusiera que la compensación a Repsol estuviera vinculada a valores de cotización bursátil, se puede demostrar que el valor presente de lo que el país pagaría (a una tasa de descuento razonable) coincide con lo que la acción de YPF cotizaba en promedio un año antes de la ley de estatización: todo el resto parece humo y muy fugaz.