Presentamos informe elaborado por Gustavo Lahoud. “¿Por qué razón un Gobierno que está finalizando su mandato, en un contexto económico que revela fuertes desajustes macroeconómicos y un ostensible debilitamiento productivo, decide firmar un acuerdo que está en discusión y con fuertes conflictos desde hace veinticinco años?
Tiempo este en el cual la situación del mundo ha cambiado de manera sustantiva, el Mercosur goza de una manifiesta paralización, y la propia Unión Europea exhibe conflictos internos importantes, al tiempo que ha perdido peso como jugador global en el escenario mundial. ¿Qué sentido tiene acelerar esta definición política cuando no está terminada la letra fina del acuerdo y cuando además lo que se termine acordando debe pasar por el Parlamento Europeo, los Parlamentos de 28 países de Europa, el Parlasur y los 4 Parlamentos de los países integrantes del Mercosur?
Es obvio que nada justificaba apurar esta definición excepto la intencionalidad oficial de utilizar este anuncio en el marco de la campaña electoral. Es por eso que el anuncio tenía que ser ahora, en simultáneo con la finalización del mandato de Macri al frente del Mercosur, y en el marco de una nueva reunión del G 20. La primera conclusión elemental a sacar de lo ocurrido es que para «Macri y el mejor equipo de los últimos cincuenta años”, la política exterior es un simple juego electoral.
Pero además, parece necesario poner en contexto este Acuerdo y preguntarse ¿Qué significa una asociación Estratégica con la Unión Europea, en un país que ya tiene una Asociación estratégica con la República Popular China, que busca lo mismo con Canadá, Corea y Singapur, que pretende junto a Brasil firmar una Asociación Estratégica con los Estados Unidos y que además mantiene cerca de sesenta Tratados Bilaterales de Inversión con diferentes países entre ellos varios de los que integran la propia Unión Europea?. ¿Qué estrategia hay en un país que encara tantas asociaciones estratégicas? ¿Qué significa esto en el marco del mundo de hoy, caracterizado por amplios escenarios de conflictividad que atraviesan a potencias como Estados Unidos, China y Rusia? Lo único que está detrás de todo lo expuesto es una suerte de aperturismo extremo e ingenuo, una verdadera y peligrosa fuga hacia adelante, sin rumbo preciso, sostenida en una visión ideologizada que no alcanza a percibir un contexto internacional signado por la incertidumbre, la falta de previsibilidad en la conducta de los Estados y la puja creciente entre grandes poderes transnacionales privados que luchan por el control y el acceso a espacios críticos del sistema internacional.
En este marco de subordinación a la lógica electoral de definiciones que comprometen el futuro, y de la vigencia de anteojeras ideológicas importantes, la falta de participación de los sectores sociales en la discusión del acuerdo no hace más que agravar las preocupaciones respecto a lo que se puede haber aceptado. Las prevenciones respecto a cómo se prevé abordar las profundas asimetrías, las preocupaciones por la amplitud de la oferta de productos que se involucran en el intercambio, la flexibilidad que pareciera caracterizar a las certificaciones de origen y los interrogantes respecto a lo que se estableció en lo relativo a las compras del Estado, son solo algunas de las preocupaciones respecto al impacto que este Acuerdo podría tener en términos de desindustrialización, y consolidación de una matriz fuertemente extractivista y además profundamente extranjerizada. La tarea parlamentaria de revisar el acuerdo, será otro de los terrenos donde se decidirá el futuro de la Reconstrucción Productiva de la Argentina. El material que aquí presentamos analiza el anuncio del Acuerdo Mercosur – Unión Europea desde esta perspectiva».