Elaborado por el equipo de Pensamiento y Políticas Públicas IPyPP, fundado por Claudio Lozano y que coordina Ana Rameri.
La ejecución presupuestaria del mes de mayo vuelve a reflejar el efecto de la crisis pandémica con algunas modificaciones respecto al mes de anterior conforme al relajamiento de las condiciones del ASPO.
Desde el lado de los ingresos se revierte la caída mensual con un aumento del 4% que refleja la vuelta a la actividad de algunos rubros de la economía y la incidencia en el pago de Ganancias de las sociedades correspondiente al período 2019. De todos modos, en relación con el aumento interanual de precios, el nivel de recaudación total todavía se encuentra un -14% por debajo del año pasado dando cuenta del desplome de la actividad, el consumo, el comercio externo por la crisis y las medidas tributarias destinada a mitigar los efectos del confinamiento.
Desde la perspectiva del gasto, si bien sigue observándose una expansión del gasto primario durante el mes de mayo, éste desaceleró la tasa mensual al 6,3% mientras en los dos meses previos oscilaba el 20% como resultado de un estancamiento de las partidas destinadas al sistema previsional y a las asignaciones familiares. El concepto más dinámico se desplazó desde los niños y los adultos mayores hacia el mundo del trabajo. El IFE y el ATP fueron los programas más dinámicos, aunque con ciertos retrasos y desajuste en los tiempos de pago.
La masa salarial de los estatales sufrió una reducción nominal del -12,9% durante el mes lo cual implica congelar su nivel real respecto al año 2019 mientras, por el contrario, uno de los rubros de aumento sistemático son los subsidios a la energía que dan cuenta del traslado de los costos de la menor cobrabilidad de las facturas de electricidad por la emergencia sanitaria desde las distribuidoras eléctricas al Estado.
La profundización del déficit fiscal que alcanzó en los primeros cinco meses del año $898.969 millones, nivel similar al déficit observado en todo el año pasado, responde a la política fiscal contracíclica expresada en una mayor centralidad del gasto primario (aumenta un 21% en términos reales) por sobre los intereses de deuda, al menos hasta tanto se defina la negociación de la deuda.