Elaborado por Claudio Lozano y Agustina Haimovich del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas.
Para Lozano, “a raíz de la información recientemente publicada por el INDEC respecto a los indicadores del mercado de trabajo correspondientes al 2do trimestre de 2020, presentamos en este documento un breve análisis de los principales resultados. El período aquí analizado reviste especial interés en tanto permite identificar los principales efectos generados por la irrupción de la pandemia en el cuadro laboral. Vale recordar que la emergencia sanitaria y las consiguientes medidas de confinamiento social implementadas, comenzaron a regir en la segunda quincena de marzo, por lo cual las consecuencias de la crisis económica generada impactaron de lleno a partir de abril.
En el marco del hundimiento brutal de la actividad económica (pandemia mediante) del segundo trimestre de este año, expresado en una caída trimestral del PBI de nada menos que el 16,2%, la tasa de desocupación trepó al 13,1%. Ello se conjugó con el derrumbe de la tasa de actividad al 38,4% y del empleo al 33,4%, el valor más bajo registrado desde el año 2002. Así, la destrucción de empleo en el segundo trimestre fue del 20%, lo cual se tradujo en casi 3,7 millones de puestos de trabajo menos. Sin embargo, es central señalar que, en un marco de caída inédita del empleo, la desocupación “sólo” llegó al 13,1% debido a que se produjo también un fuerte descenso de la tasa de actividad, que implicó que 3,6 millones de personas dejaran de buscar trabajo. Si eso no hubiera ocurrido, la tasa de desocupación habría llegado al 29,1%. De este modo, el shock de oferta y demanda provocado por la crisis económica en el marco de las restricciones impuestas por las medidas de prevención sanitaria desalentó la búsqueda de empleo manteniendo virtualmente contenida la tasa de desocupación.
Por otra parte, la irrupción de la pandemia no solo generó una contracción abrupta del empleo, sino que también implicó notables cambios en la composición de la población que se mantuvo ocupada. Como era esperable, si bien todas las categorías ocupacionales registraron caídas absolutas, la destrucción de puestos de trabajo fue mucho mayor en aquellos segmentos más desprotegidos frente a la crisis. En concreto, se observa una caída brutal de los asalariados no registrados (-44,7%), una importante reducción en la cantidad de patrones (-42,9%) que puede vincularse a la contracción de pequeños comercios y propietarios y también en los trabajadores por cuenta propia (-29,7%). Este derrumbe laboral adelanta el panorama que en términos de aumento de la pobreza y la indigencia tenemos hoy en la Argentina y que el INDEC develará la próxima semana.
De aquí en más es de esperar que, en la medida que la situación epidemiológica evolucione favorablemente y permita seguir avanzando en la flexibilización de las medidas de prevención implementadas, el 2do trimestre sea recordado como el peor período en términos del impacto provocado por el Covid-19. Sin embargo, la situación de fragilidad sociolaboral que ya atravesaba Argentina y que se agravó aún más por la emergencia sanitaria, difícilmente logre revertirse de forma contundente en los próximos meses. Cuánto de lo que dejo de participar de la actividad económica en el marco de la pandemia volverá a hacerlo rápidamente cuando ésta termine es el interrogante más importante del futuro laboral. En el presente concreto el derrumbe del empleo define un cuadro social con prácticamente la mitad de la población bajo la línea de pobreza.”