La consolidación de un piso de pobreza e indigencia más elevado que en la prepandemia

Informe  elaborado por Claudio Lozano y el equipo del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, que coordina Ana Rameri.

En el informe se analizan los datos semestrales y trimestrales de la primera parte del 2021 y se concluye que, ahorrarle sufrimiento social al pueblo argentino exige poner en el centro de la discusión cuales son las mejores estrategias para impulsar ya un shock distributivo que mejore de manera inmediata la distribución del ingreso, y por esta vía expanda la demanda en el mercado interno acelerando la tasa de crecimiento. Esta definición debe empalmarse con un programa de largo plazo que transforme la estructura productiva en base a la incorporación de progreso técnico y el ahorro de divisas vía el impulso de una estrategia de sustitución de importaciones.

SÍNTESIS Y CONCLUSIONES

El primer semestre de este año combina básicamente dos eventos, uno de carácter económico y otro sanitario. Por un lado, el agotamiento del proceso de recuperación económica que, a partir del mes de febrero, comienza a exhibir tasas mensuales negativas y, por otro lado, el agregado de un conjunto de restricciones a la circulación en el marco de la segunda ola del Covid aunque más laxas que las experimentadas durante el año 2020. No obstante, la desaceleración de la actividad económica, *la tendencia inflacionaria continuó siendo relevante alcanzando tasas mensuales de crecimiento de los precios superiores al 4% (en marzo fue del 4,8%) poniendo en evidencia el fracaso de la política gubernamental en el control de precios y la dificultad para disciplinar a los grupos oligopólicos* que lograron concentrar los acotados márgenes de recuperación de los meses previos. Ello generó un contexto en el cual los salarios reales tuvieron hacia junio una caída interanual del 4,8%.

Tal regresividad distributiva, por lo tanto, no pudo traducirse en un alivio para las condiciones de vida de la población. Por esta razón, *la tasa de pobreza* que al finalizar el 2020 era del 45,3% *apenas descendió al 42,2% al primer trimestre* (descontando el efecto aguinaldo ya que la efectivamente observada fue del 39,4%). Sin embargo, la remarcación en los precios de los alimentos y bebidas superó todas las metas convenidas en los programas oficiales (Precios Cuidados y otros) y las góndolas reflejaron tasas interanuales para este capítulo superiores al nivel general. Concretamente en el mes de junio, mientras la evolución de precios generales interanual fue del 50,2%, en el caso del rubro alimentario fue del 53,2%. Más aún, en el caso de los *alimentos básicos incluidos en la CBA el aumento interanual de precios fue del 57,6%*. Por esta razón, y en el marco de una retracción del gasto público, especialmente el referido a transferencias a familias, la tasa de indigencia en el primer trimestre aumenta al 11,1%. Es decir, la situación más álgida del hambre en nuestro país desde el 2006 (exceptuando el récord de la pandemia), con *más de cinco millones de personas por debajo de la línea de indigencia*, fue telón de fondo de una estrategia oficial que exageraba la prudencia fiscal mientras comenzaba la negociación con el FMI.

Conocidas las tasas del primer semestre 2021 que reflejan una tasa de pobreza del 40,6% y del 10,7% en la indigencia, es posible comprobar cómo acontecieron los hechos durante el segundo trimestre, es decir de abril a junio de este año. De esta manera, surge que la tasa de pobreza alcanzó el 41,8% mientras la tasa de indigencia el 10,3% (es decir, el último dato indica que, en la Argentina de hoy, nada menos que 19,1 millones de personas son pobres y 4,7 pasan hambre). Este comportamiento indica, principalmente que *el relajamiento de la contención del gasto social (vía bonos, actualizaciones salariales) permitió sostener en los mismos niveles la pobreza que prácticamente quedó estancada en el 42%*, administrando una situación social que pudo haber empeorado si consideramos que durante estos meses impactó la segunda ola y una nueva emergencia sanitaria. La acertada decisión de duplicación de la cobertura de la Tarjeta Alimentar a partir del mes mayo y la actualización de sus valores, permitió incluso descender los niveles de indigencia en medio de una situación de crisis, al 10,3% lo cual refleja la efectividad de este tipo de medidas, pero al mismo tiempo, la necesidad dependiente de profundización.

Lo preocupante es que, *al comparar con los niveles previos a la pandemia, los niveles actuales de pobreza se mantienen por encima incluso del peor momento de la recesión provocada por la gestión de Cambiemos*. En efecto, la pobreza está 3,5 p.p. por encima del 4to trimestre 2019, lo cual implica que más de 1,8 millones de personas cayeron por debajo de la línea de pobreza en este período. Por su parte, la indigencia trepó 1,7 p.p.: 825 mil personas sufrieron un deterioro en sus ingresos tal que ya no logran adquirir la canasta básica alimentaria.

Por otra parte, sobre la base de la experiencia reciente y la relación entre recuperación económica y disminución de los niveles de pobreza, *es posible proyectar escenarios futuros, suponiendo un crecimiento anual del 4%, que es la meta del PBI que el Presupuesto Nacional supone para el año 2022*. Si consideramos que la recuperación económica vivida desde el segundo trimestre del 2020 al segundo del 2021 nos muestra entonces que, por cada punto de crecimiento del PBI por habitante, la pobreza desciende en 0,63%. Surge que si, se mantiene el actual esquema productivo y sus pautas de distribución del ingreso, el resultado es que nos llevaría 19 años lograr que la pobreza vuelva al 20%, 25 años que baje al 10% y tres décadas eliminarla.

Más allá del ejercicio estadístico, *ahorrarle sufrimiento social al pueblo argentino exige poner en el centro de la discusión cuales son las mejores estrategias para impulsar ya un shock distributivo que mejore de manera inmediata la distribución del ingreso, y por esta vía expanda la demanda en el mercado interno acelerando la tasa de crecimiento. Esta definición debe empalmarse con un programa de largo plazo que transforme la estructura productiva en base a la incorporación de progreso técnico y el ahorro de divisas vía el impulso de una estrategia de sustitución de importaciones.