Para Lozano, “como resultado de la gestión Milei, no solo hay casi 8 millones más de pobres, sino que ha logrado que el 45% de quienes trabajan sean pobres, que 7 de cada 10 niñes sean pobres y 3 pasen hambre, que en estos meses los 2 millones de niñes que se incorporaron a la pobreza, directamente se transformen en indigentes, y que 1 millón y medio de asalariados formales cayeran en la pobreza. Una catástrofe humanitaria que no se puede desconocer y que tenemos el desafío político de frenar más temprano que tarde. Un impuesto a las grandes fortunas y a las principales empresas para financiar un Ingreso Básico Universal que termine con el hambre, es hoy una necesidad impostergable.”
Síntesis del informe:
• Aumento dramático de la pobreza y la indigencia: Desde el 3er trimestre de 2023 al 1er trimestre de 2024, la pobreza en Argentina aumentó en más de 16 p.p., pasando del 38,6% al 54,9%. Es decir, la población pobre pasó de 18 millones a casi 26 millones, lo que significa un aumento de 7,7 millones de personas. En paralelo, la indigencia más que se duplicó, subiendo del 10% al 20,3%, lo que significa que casi 5 millones de personas adicionales cayeron en la indigencia, alcanzando un total de 9,5 millones de argentinos/as que no pueden cubrir sus necesidades alimentarias básicas.
• Descuento del efecto aguinaldo en las tasas de pobreza e indigencia: Al descontar el efecto del aguinaldo, las tasas de pobreza e indigencia son aún más altas. Sin este efecto, la pobreza en el primer trimestre de 2024 se sitúa en el 58,6%, lo que representa un aumento de 17,2 p.p. en comparación con el tercer trimestre de 2023. Esto equivale a 27,5 millones de personas, 6,2 millones más que en el trimestre anterior (4to 2023). La indigencia, sin el efecto del aguinaldo, llega al 22,3%, con un aumento de 7,7 p.p. respecto al último dato del 2023, alcanzando a 10,5 millones de personas.
• Empobrecimiento significativo de los pobres: No solo ha aumentado la cantidad de pobres, sino que aquellos que ya se encontraban en la pobreza han experimentado un empobrecimiento aún mayor. La duplicación de la indigencia en el mismo período indica que un número significativo de personas que ya estaban en situación de pobreza han visto empeorar sus condiciones de vida, cayendo por debajo de la línea de indigencia.
• Impacto severo en niños/as y adolescentes: La situación es especialmente crítica entre los niños y adolescentes, donde el 70,6% vive en la pobreza y el 30,8% en la indigencia. Esto significa que casi 9,3 millones de niños/as y adolescentes son pobres, de los cuales más de 4 millones no pueden cubrir sus necesidades alimentarias básicas. El aumento de la indigencia infantil fue casi paralelo al incremento de la pobreza en este grupo, reflejando que el hambre es un factor determinante en el empeoramiento de sus condiciones de vida.
• Nuevo fenómeno de empobrecimiento entre los asalariados registrados: La pobreza entre los asalariados/as formales ha mostrado un aumento alarmante, más que duplicándose del 13,7% al 29,4%. Esto significa que en solo seis meses, 1,5 millones de trabajadores/as formales cayeron en la pobreza. La indigencia en este grupo se cuadruplicó, pasando del 1,2% al 4,8%, lo que revela que, incluso entre aquellos con empleo formal, las condiciones han empeorado drásticamente.
• Exacerbación de la pobreza en los estatales y del hambre en el sector privado y cooperativas: Quienes se desempeñan en el sector público han experimentado un empobrecimiento más acelerado (casi triplicando la incidencia de la pobreza hasta llegar al 27,5%). Sin embargo, el aumento de la indigencia fue superior para el ámbito privado y el tercer sector de la economía (cooperativas, ONG´s, y otros) cuyos trabajadores/as, incluso estando registrados, vieron empeorar su situación de ingresos multiplicando la incidencia de la pobreza extrema por cuatro y por ocho, respectivamente.
• Las transferencias del Estado son insuficientes: Las transferencias del Estado a los hogares más vulnerables no han sido suficientes para mitigar el impacto de la crisis. La pobreza en hogares que reciben subsidios como la AUH y Alimentar aumentó de un 73% a un 86,8%, mientras que la indigencia creció del 21,9% al 42%. Esto demuestra que, en un contexto de aceleración inflacionaria, ajuste fiscal y pérdida de empleo, las ayudas del Estado no logran compensar la pérdida de poder adquisitivo de las familias.
El empobrecimiento no es un efecto colateral, sino un objetivo de las políticas implementadas por el gobierno actual. Las medidas económicas adoptadas desde diciembre, como el retraso del salario mínimo, la congelación de subsidios y la reducción del poder adquisitivo de las jubilaciones, han buscado inducir una recesión para recomponer las cuentas externas y desacelerar la inflación a cualquier costo. Estas políticas han provocado un shock regresivo que ha llevado a un deterioro acelerado de las condiciones de vida de la población, especialmente entre los más vulnerables.