El informe de ejecución presupuestaria del tercer trimestre de 2024 revela un severo ajuste fiscal en medio de una recesión económica, con un recorte del gasto primario del 27% en términos reales. Este ajuste afectó áreas clave como jubilaciones, subsidios, salarios y obra pública, con una caída drástica del 78,5% en esta última. Las transferencias a universidades, por su parte, registraron una caída del 32,3%, a pesar de que el costo de la ley de financiamiento vetada por el presidente representaba solo un 31% del superávit presupuestario acumulado en los primeros nueve meses.
A pesar de estos recortes, el tercer trimestre muestra un déficit financiero de $131.000 millones, evidenciando lo insostenible de buscar equilibrio fiscal en un contexto de caída de la recaudación. La acumulación de un superávit de $2,4 billones en nueve meses, no tienen que ver con una gestión estratégica que sanea las cuentas fiscales sino con la desposesión de recursos a diversos sectores de la sociedad como los/as jubilados/as, trabajadores/as de Estado, usuarios/as, estudiantes y las grandes mayorías, mientras los acreedores de la deuda pública son priorizados.
Para esto no se necesita un «Messi de las finanzas», sólo se requiere a un inescrupuloso capaz de usar el poder político para que el negocio de algunos se sostenga a costa del empobrecimiento general.