Para Lozano, «Milei envió un mensaje presupuestario por televisión a los acreedores y, simultáneamente, presentó ante el Parlamento un presupuesto que es para la «gilada». A los acreedores les aseguró su compromiso con el déficit cero y un ajuste perpetuo necesario para cumplir con los pagos de la deuda. En contraste, el presupuesto presentado ante el Congreso está lleno de inconsistencias: subestima la tasa de inflación, sobreestima el crecimiento económico, y deja sin resolver justamente de dónde saldrán los dólares necesarios para afrontar los vencimientos del próximo año.
Las contradicciones dentro de esta política económica han generado un cuadro de absoluta irracionalidad: un presidente que se posiciona como garante del pago de la deuda, pero que no cuenta con los dólares para pagarla. Mientras se promete austeridad y disciplina fiscal, lo paradójico es que el presupuesto no ofrece una solución concreta sobre cómo se logrará cumplir con los compromisos financieros. No existe saldo comercial suficiente para afrontar las obligaciones que Argentina tiene el próximo año, por más que se implementen estrictas reglas fiscales o ajustes disciplinantes.»