Se adjunta informe “Aumento del mínimo no imponible en ganancias. Impacto según trabajador y sueldo bruto. Análisis del período 2003-2013” elaborado por Claudio Lozano quien sostuvo en el marco de los últimos anuncios de modificación del impuesto a las ganancias que, “la decisión adoptada por el Gobierno Nacional respecto al impuesto a las ganancias debe entenderse como un triunfo de la sociedad argentina, que gracias a su movilización social y política, logró obligar al Poder Ejecutivo a resolver un tema que resistía, y debe asumirse también como una nueva oportunidad perdida por el Gobierno para reformar integralmente el impuesto a las ganancias”.
Además, Lozano apuntó que, “dicho de manera sintética, si bien es un “tiro para el lado de la justicia”, también es una nueva decisión impositiva con “sabor a parche”.
En el trabajo que aquí presentamos se pueden observar las siguientes cuestiones:
a) La propuesta oficial no ha fijado un nuevo mínimo no imponible de $15.000 para solteros y casados, sino que se han establecido tres mínimos diferentes en base a los niveles de remuneración. Hasta $15.000; entre $15.000 y $25.000 y desde $25.000 en adelante.
b) Los más beneficiados son los solteros que ganan hasta $15.000 y quienes se ubican por encima de $25.000 (tanto solteros como casados) no tienen mejora alguna.
c) La comparación entre el gobierno de Néstor Kirchner y el de Cristina Fernández muestra que con el primero el mínimo no imponible creció por encima de la inflación mejorando así la evolución del salario real de los trabajadores formales. Al revés, durante el gobierno de Cristina Fernández el retraso del mínimo no imponible transformó para aquellos que pagan el impuesto los aumentos del salario real en caídas netas del poder adquisitivo. El año 2012 es el de profundización del problema ya que el aumento del 5,6% en el salario real se transforma para quienes pagan el impuesto en una caída del 12,5% en su poder adquisitivo.
d) Resulta inentendible que no se haya incluido en la resolución oficial la actualización de escalas del impuesto que no se tocan desde el año 2000 y que transforman a un trabajador que gana $20.000 en un integrante del pelotón de los “ricos de la Argentina”.
e) Tampoco se estableció un mecanismo de actualización automática del Mínimo No Imponible (vincularlo con la evolución de los salarios de convenio o con el mínimo vital y móvil)
f) No se avanza seriamente sobre el conjunto de la renta financiera ni sobre los mayores ingresos. Cuestión esta que resulta más irritante cuando no se excluyen del pago del impuesto los ingresos que se destinen al pago del alquiler, o aquellos conceptos asociados al trabajo y que se establecen en los distintos convenios colectivos. Nos referimos a horas extras, plus por productividad, presentismo o zona desfavorable que razonablemente deberían ser excluidos del cálculo de ganancias.
g) Corresponde terminar diciendo que si bien la decisión oficial constituye un avance, claramente limita la potencia distributiva que una reforma integral de este impuesto podría producir. Más aún, para acotar el significado, siempre es bueno señalar que con esta medida dejan de tributar ganancias 1.300.000 trabajadores y que siguen pagándolo 955.527. Estas cifras hay que compararlas con una población laboral total que supera los 17 millones de trabajadores y donde el ingreso promedio no llega siquiera a los $4.200. Para la gran mayoría de los trabajadores los problemas son otros”.