Informe Terminemos con la rebelión fiscal de los ricos. El impuesto sobre las grandes fortunas, un primer paso, elaborado por Ana Rameri coordinadora del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, y Claudio Lozano, fundador del mismo.
Para Lozano, “el impuesto a las grandes fortunas es un paso importante en dirección al objetivo central: Terminar con la rebelión fiscal de los ricos. Para este objetivo es imprescindible avanzar en una profunda reforma impositiva que termine con la injusticia tributaria que rige en nuestro país. Pese a la moderación que exhibe la propuesta hoy en discusión (se grava a solo 12.000 personas cuando la AFIP tiene registrados más de 32.000 millonarios, se dejan fuera de la consideración los inmuebles rurales, los depósitos, los títulos públicos y varias otras manifestaciones de riqueza, y no se incorporó el listado de fugadores de divisas elaborado por el BCRA), vuelven hoy al debate las falacias de siempre.
El trabajo que aquí presentamos destruye las argumentaciones que pretenden exagerar el nivel del Gasto Público de la Argentina y que cuestionan, por elevada, la presión tributaria. Podrá discutirse la eficiencia o la calidad del gasto, pero en absoluto su magnitud. La Administración Central gasta un 22% del PBI y el gasto total de todas las jurisdicciones asciende al 37,23% del producto. En ambos casos en línea con países de desarrollo intermedio o del mundo desarrollado. En el caso de la presión tributaria nacional ésta se encuentra por debajo de la media regional y mundial y en línea con las mismas, si se incluye la recaudación de las provincias.
El problema tributario argentino, no es ni el peso excesivo del gasto ni la presión fiscal. El tema central es la composición tributaria que recae dominantemente sobre el consumo y el trabajo y en escasa medida sobre las rentas, las utilidades y los patrimonios. Así las cosas, del total recaudado por el Sector Público Nacional surge que casi la mitad de los tributos nacionales provienen de las transacciones de bienes y servicios. Estos representan el 42,7% de la recaudación y el 10% del PBI.
Hacia el interior de este grupo de impuestos, el más importante es el IVA. En segundo lugar se encuentran los aportes y contribuciones a la seguridad social que representan el 24,6% de la recaudación y el 5% del PBI. Es decir, que los impuestos sobre el consumo y el trabajo representan más del 15% del PBI y casi el 70% de la recaudación. Los impuestos a los ingresos, las utilidades y las ganancias de capital representan el 5% del producto y el 21% de la recaudación. Los impuestos patrimoniales nacionales son solo el 0,6% de todo lo recaudado. Y si incorporamos los tributos provinciales sobre los patrimonios solo se agrega un punto del PBI.
En suma los impuestos al consumo aportan el doble de los impuestos a la renta y a las utilidades y 67 veces lo que se recauda por los patrimonios.
Considerando todo el Sector Público Consolidado los impuestos sobre las fortunas (los patrimonios) representan apenas el 1,22% del PBI y solo el 4,3% de los recursos fiscales. Por lo expuesto, queda claro que los ricos no pagan en la Argentina, y que justifican su resistencia a hacerlo en argumentos falaces y mentirosos. Terminar con la rebelión fiscal de los millonarios es imprescindible para revertir la Argentina de la desigualdad. En esta dirección, el impuesto sobre las grandes fortunas es un paso sumamente importante.”