El Boletín contiene información de la EPH actualizada al 1er trimestre 2022 y describe el momento previo al reciente proceso de deterioro social iniciado con el salto inflacionario relacionado con la guerra en Ucrania y, posteriormente profundizado con el golpe de mercado local. Los resultados dan cuenta de una situación social extremadamente delicada para la vida de los hogares ligada a la vigencia de un mercado de trabajo que reconoce raquíticos ingresos y salarios, no brinda garantías sociales al conjunto y golpea especialmente a los/as jóvenes y a las mujeres:
▪️ Trabajo : La presión sobre el mercado laboral, que supera a la desocupación, alcanzó al 22,5% de la PEA mientras la disponibilidad de la fuerza de trabajo fue del 28,5%. Casi una cuarta parte de las/os trabajadoras/es son cuentapropistas, de los cuales casi el 77% corresponde a ocupaciones de baja calificación. Por su parte, un tercio de la población asalariada son informales, indicador que asciende al 66,4% para la población juvenil.
▪️ Salarios e ingresos laborales: 3 de cada 10 trabajadores/as obtiene ingresos mensuales inferiores al Salario Mínimo. Los bajos ingresos perjudican con mayor intensidad a las mujeres: mientras el 26,1% de los varones gana menos del salario mínimo, este porcentaje asciende al 42,3% en el caso de la población femenina. 1 de cada 4 trabajadores y trabajadoras (24,2%) son pobres y el 4% son indigentes.
▪️ Condiciones de vida : la pobreza se extiende al 34,1% de las personas (a pesar del efecto aguinaldo) mientras la indigencia supera el 8%. El nivel de fragilidad social que atraviesa Argentina se manifiesta con mayor crudeza en las condiciones de vida de las infancias y juventudes: casi la mitad de las niñas, niños y adolescentes están por debajo de la línea de pobreza (47,8%), mientras que el 12% no logra siquiera acceder a una alimentación mínima. Entre las y los jóvenes de 18 a 24 años, cuatro de cada diez son pobres (42%), a la vez que el 11,7% son indigentes.
▪️ Política de ingresos: el 24,2% de la población vive en hogares que reciben transferencias del Estado dirigidas a sectores de bajos ingresos, sin embargo, lejos están de asegurar que ningún hogar pase hambre o supere la situación de pobreza. Los subsidios sólo representan el 16,5% del ingreso total familiar.